De Nadaismo crónico y demás epidemias

De Nadaismo crónico y demás epidemias

p. 28 Mi pasión adolescente no gastaba en soñaciones libidinosas.  Hervíamos sonetos de lágrimas.  Tercetos en el aturdimiento carnal.  Un montón de romances becquerianos y bambuqueros bucólicas basuras fueron los residuos de las perturbaciones que me produjo la sonrisa de la señorita.  Y su nombre, Socorro, le case como guante ideal a la dama oculta, e inconsulta, porque nunca me atreví a decirle nada, ni me pregunto, del ex seminarista con raptos de poeta que se sentía naufrago sin ella y casi me ahogo con el balde de agua fría cuando me contaron que iba a casarse con un marinero.  Yo ni siquiera sé nadar.  En compensación me afilié con nadaista.  Que entonces era la forma expedita de la desafiliaciónon.

p. 111 Además hicimos revistas, de poesía, claro, cuyos avisos vendíamos personalmente y quedan como excelsos testimonios de nuestro paso por la imprenta y los computadores de Covinoc.  Los avisos no duraban.  Los clientes cuerdos pensaban que sus avisos desentonaban entre nuestros abusos, enfrentados con las fotografías de nuestras amigas desnudas.

p. 128 En la misma plazuela de San Ignacio, frente a la Universidad, una tarde de 1958, sucedió un acto bárbaro cometido por un grupo de locos, geniales y peligrosos, o así se llamaban, aunque eran unos adolescentes desdichados, renuentes a la trivialidad de coronar el premio de montaña del bachillerato tonsurarse de especialistas en alguna inutilidad con el cerebro más magullado que el culo de Ramón Hoyos.  El acto consistió en convertir en humo sus bibliotecas personales en honor de la literatura colombiana.  LA POESÍA COLOMBIANA HA MUERTO.  Rezaba el cartel funerario de invitación, fijado en las esquinas aldeanas.  El bautismo de fuego de una nueva era,  mereció ser reseñado en los diarios y vociferado en los noticieros del mediodía.  Dijeron que al parecer los nadaístas insurgentes estaban capitaneados por un ex estudiante de leyes de la universidad de Antioquia, que además había sido alló profesor de literatura y preceptiva, secretario de la biblioteca y redactor de la revista.

 

p.139 Vivan los cohetes victoriosos.

Viva el sputnik ruso arriba el thor able y su ratón

Disparen contra la paloma del espíritu santo

Que venga Satanás y alce con nosotros a

los profundo infiernos

El demonio será siempre bienvenido,

Cristo, resucita, ven a pelear con los

nadaístas contra los escribas y fariseos.

Irrespetuosamente a los escribanos católicos

Somos geniales

locos

y peligrosos

 

Los Nadaístas

Estas palabras carecerían de sentido ahora, sonarían a chiste flojo y vano, pero entonces ampollaban, eran dinamita pura, terrorismo urticante en la inocencia boba de la vida cultural colombiana.

p.145 No existe la literatura nadaísta, sino una ventana inobjetable, un olor de gato, padecimiento sin sufrimiento, un secreto ilegible, un testimonio, la señalización de un proceso purificador. Amamos la literatura leprosa de los perdidoss, la prosa gangrenada de los condenados, las historias de peregrinos y rameras, no el rococó comprensible de lo rotulado.

p. 149  La familia Trapp

Ahora en la claridad entró la sombra.  Mi amigo ha sido secuestrado.  Piden un dineral para su suerte.  …La última noticias confirma su sacirificio.  El verdugo diablesco exige dos millones de pesos por el cadáver.

p. 168 A punto de entrar en impresión este libro, durante las conversaciones por la paz de Caracas, uno de los forajido comandantes de ELN reconoció que ellos habían torturado y asesinado el obispo indefenso.

p.171  No supe convecerlos de que el mismo Baudelaire había usado artificios para elevar el tono de su maldita obra, que habría sido un empastelamiento de lingotes, que quizás fuera apenasuna baladronada nadaísta, o mera joda del reportero, que era una modea, como dejarse el pelo o escribir poemas con palabras como semáforo, vómito, chicle, avión y tornillo.  Me quitaron la entrada en la casa.

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